Jul, 2022.- Sin energía eléctrica no hay nada, no se mueve nada, por eso entregamos lo mejor de nosotros, a cualquier hora, para que la población y las instituciones tengan la corriente, coinciden en afirmar varios trabajadores de esa rama al explicar el esfuerzo que dedican ante averías y los mantenimientos planificados en industrias nacionales de ese tipo.
La situación electroenergética que vive Cuba hoy es tensa sin dudas, e impacta en la vida social y económica, de ahí la necesidad de recuperar capacidades de generación en las plantas, donde resultan vitales las faenas de conservación, pues estas han tenido que posponerse por la carencia de recursos y limitaciones agravadas tras la pandemia de la COVID-19.
El alto grado de explotación de las máquinas incide por ello en la inestabilidad de las unidades generadoras del sistema eléctrico nacional, con salidas constantes imprevistas, por lo cual hoy se acometen importantes trabajos de mejoras primeramente en las principales termoeléctricas con el objetivo de garantizar mayores capacidades y luego llegar a otros bloques.
Estas acciones involucran a brigadas de empresas del sector eléctrico de todo el archipiélago cubano, las cuales dedican muchas horas de desvelo en función del bienestar general.
Un ejemplo del intenso quehacer lo constituyen las fuerzas especializadas de la Central Termoeléctrica 10 de Octubre, del municipio camagüeyano de Nuevitas, que colaboran en plantas homólogas mientras que otros grupos garantizan las reparaciones de la industria agramontina, ante las diversas roturas en los bloques generadores.
La “10 de Octubre” cuenta con paileros experimentados como Luis López Guerra, quien lleva 29 años en la planta y permanece allí. Él, al igual que sus compañeros del taller de soldadura, tiene una notable participación en las circunstancias de los últimos meses.
Aquí llegamos a las 7 de la mañana y salimos a las 5 de la tarde, pero a veces amanecemos en la planta, ya que urge resolver los problemas y mantener la producción de energía eléctrica, expuso con franco compromiso con su labor, y afirmó:” Debemos hacer el esfuerzo para que la generación llegue a la comunidad, y no ocurran los molestos apagones.
Han sido días duros, manifestó por su parte Vladimir Roque, electricista de mantenimiento, y entre ellos recordó cuando armaron y desarmaron en tiempo récord los motores del acueducto en la estación del río Saramaguacán que presentaron desperfectos, y lograron arreglarlos para el servicio a la población y a la industria.
“Desde esa estación se bombea agua cruda hacia la termoeléctrica, pasa por el proceso de desmineralización y luego va a la caldera donde hace posible el vapor”, narró sobre la importancia de disponer del líquido.
Osvaldo Virelles Turatis, jefe de brigada del taller de maquinaria, comentó que son ellos los encargados de atender los motores que intervienen en el proceso productivo.
El mantenimiento de uno normalmente requiere hasta 32 horas, y en ocasiones los hemos arreglado en menor tiempo, fuera de la jornada, pues las tareas se reparten entre los integrantes de la brigada (seis obreros), dijo el técnico en electricidad.
Ha habido momentos en que hemos estado esperando el transporte de regreso a casa luego de nueve horas en la termo, y ante una salida de alguna de las unidades de generación ahí mismo regresamos y asumimos las faenas, con el propósito de poner en funcionamiento los equipos lo más rápido posible, según el tipo de avería, manifestó Osvaldo, quien considera que en contingencias como estas no se puede perder tiempo.
Tales vivencias, y muchas que no imaginamos pero que van implícitas en las mejorías experimentadas progresivamente en el sistema eléctrico, merecen el reconocimiento de la sociedad.
Son héroes del momento histórico que les tocó vivir, y lo hacen de la mejor manera, pensando en el beneficio a su gente, empeñados en preservar servicios tan vitales que determinan el bienestar y el avance de la vida económica y social de toda una nación.