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Mar, 2022.- Satisfecha y orgullosa veo en mi diario peregrinar por esta ciudad costera el creciente protagonismo de los hombres en la crianza de los hijos, padres que llevan a sus niños al círculo infantil, otros que esperan en el parque mientras sus pequeños se divierten, muchos asumen con placer ese rol tan imprescindible en la vida de los menores que es la paternidad.

Así, poco a poco, se desmantelan mitos y estereotipos sobre la responsabilidad femenina casi absoluta de cuidar a los infantes y se desmoronan también viejas concepciones que circunscribían a las mujeres al ámbito hogareño como único espacio en el que podíamos resaltar.

Sin embargo, los vientos del empoderamiento femenino en Cuba aún no barren conductas violentas hacia nosotras, sobre todo al interior de las casas; la telenovela cubana en curso, Tú, y la serie dominical Calendario, así nos lo demuestran con la historia de Xiomara, la mamá de Dayron, que soporta los abusos de un marido maltratador y machista, y la tragedia de Vanesa, que terminó golpeada en el hospital por los celos de su novio Yankiel.

Estas escenas no son obra de la ficción, sino una realidad diaria para muchas cubanas y nueviteras que ven como algo normal a la pareja controladora y celosa, o al esposo que no colabora en las labores domésticas porque eso es cosa de hembras.

Cada vez más Cuba hace porque se desdibujen esos patrones que en el imaginario popular segregan a unas al domicilio y a otros les dan derechos a desarrollarse socialmente y hasta a la promiscuidad.

El Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, las acciones de empoderamiento que promueven la Federación de Mujeres Cubanas y su Casa de Orientación, la política educacional y las estrategias de género que se consolidan en los más diversos sectores dan fe de ello.

A esta meta viene ahora a contribuir significativamente el Proyecto del Código de las Familias, que dedica por entero su Título Segundo a esclarecer términos y conceptos acerca de la violencia intrafamiliar, sus implicaciones legales y modos de actuación.

Los artículos 12, 13, 14 y 15 dejan claro cuál es el alcance de la violencia en el entorno domiciliario, no solo circunscrito al hecho físico sino también al verbal, moral, sexual, económico o patrimonial.

Asimismo, se establece la reparación por daños y perjuicios ante hechos violentos y no exime a los victimarios de responsabilidad aunque la agredida se haya expuesto al acto de forma voluntaria.

Aunque debo aclarar que por sí solas las leyes no resuelven la situación, y es que sucede que ante una denuncia de una fémina a un hombre por maltratos, las autoridades encargadas de recoger el caso cuestionan la veracidad de los hechos y hasta enjuician a las víctimas esgrimiendo argumentos como que ella se lo buscó, que por qué usaba tal ropa o por qué andaba por aquel lugar a altas horas de la noche.

Sepan quienes piensan así que tenemos el derecho de vestir como queramos y de transitar por cualquier lugar sin el temor de ser agredidas solo por el simple hecho de ser mujeres.

No somos frágiles y delicadas, sino emprendedoras y responsables, por ello, tales consideraciones solo demuestran la necesidad de que, igualmente, a nivel institucional se acentúe la capacitación de policías, jueces, médicos, profesores y demás personal involucrado en la atención del problema.

La persistencia de estereotipos machistas en el seno familiar es una de las principales causas de la violencia hacia las mujeres, de ahí que debamos enfocarnos más en desmitificar los ideales machistas y patriarcales que persisten en la sociedad cubana, sin dudas, esos padres que a diario veo camino al círculo infantil con sus niños ya dan tremendos pasos en ese camino.

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