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Ene, 2025.- El trabajo dignifica al ser humano. A través de la historia siempre ha estado a su lado como fiel amigo de penas y alegrías. Su evolución ha permitido desarrollar una actividad práctica cada vez más acabada que lo enaltece como el más inteligente de su raza.

Sin el trabajo no hubiéramos podido subsistir, él provee la alimentación, la cobija y la civilización necesaria que permite vivir en comunidad.

Reflexionar ante este tema es asunto bien complejo. Desde Carlos Darwin con su teoría de la evolución, Benjamin Franklin, hasta la tesis que plantea cómo el trabajo creó al hombre, podemos explicarnos por qué la importancia de ocuparse sin importar lo avanzada que se encuentre la sociedad.

En los momentos actuales se multiplica la enajenación y más que trabajo, esclavitud y competencia cambian su nombre.

Debemos crecer y perfeccionarnos, esa es la principal meta que jamás ha encontrado frenos en el devenir de la historia, pero lo que nunca podemos permitir es perder la esencia de una humanidad honrada y soñadora que mira en su semejante un miembro más de esta gran familia que nos hace seres humanos.

Los bienes materiales son necesarios, la comodidad y el esparcimiento en la vida imprescindible; pero sin obstaculizar el desenvolvimiento y la productividad del otro que también se esfuerza por dignificar a este gran ajiaco de metas y victorias en que se convierte la vida cuando se trabaja.

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