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Nov, 2024.- Alegría, inocencia, futuro, eso son los niños y niñas, pequeñines que nos llenan la vida de felicidad aunque nos levanten a las cinco de la mañana, nos tengan en vela toda una jornada por alguna enfermedad o nos mantengan con el corazón en la boca con sus increíbles travesuras.

Y es que no hay nada más bello que un infante, ese ser que nos da fuerza a diario para levantarnos, continuar, resistir.

Por tal razón cuidarlos y respetarlos es hoy más que necesario imprescindible, a ello apuesta justamente la celebración este 20 de noviembre del Día Universal del Niño.

La jornada fue proclamada por la Asamblea General de la ONU en 1954 para recordar la importancia de proteger y promover los derechos de este sector poblacional tan vulnerable, sin importar su origen, situación económica o lugar de nacimiento.

Pero hasta 1989 no adquirió un significado aún más profundo, pues entonces se adoptó la Convención sobre los Derechos del Niño, un tratado que marcó un antes y un después en la manera en que la comunidad internacional entiende y protege a los menores.

Entre sus principios fundamentales están el derecho a la vida, la educación, la salud, la protección contra la violencia y la explotación, y la participación en las decisiones que afectan sus vidas.

Y es que un infante es, sin dudas, un tesoro, la garantía del mañana, por lo que resulta contradictorio, triste, incluso inhumano, que más de 17 mil menores palestinos hayan fallecido tras un año de ofensiva militar israelí.

¡Qué genocidio! ¡Qué crueldad la de ese Estado que por ostentar su poderío arrasa ciudades y campamentos de refugiados, que mata cada día un promedio de 40 niños y niñas! Tal pareciera que se trata de una guerra contra los pequeños.

A esto habría que añadir la realidad de este sector poblacional en otras latitudes, pues según datos recientes de UNICEF, millones de niños siguen enfrentando pobreza extrema, falta de acceso a educación de calidad y vulnerabilidad ante conflictos armados o crisis climáticas.

Además, en muchas regiones, especialmente en países en vías de desarrollo, el trabajo infantil, el matrimonio forzado y la desnutrición siguen siendo problemas cotidianos. Son los retos que persisten pese a los avances en legislación y programas sociales.

En esta fecha el clamor universal debe alzarse para frenar tal matanza, tal violación de los derechos de quienes resultan la esperanza del mundo.

Por suerte en Cuba la realidad es otra, aquí niños y niñas tienen prioridad, para ellos trabajamos y por ellos se adoptan leyes inclusivas que los defienden en todos los ámbitos, como el más reciente Código de las Familias.

Porque no hay bloqueo imperial ni desastres naturales o dificultades económicas que hagan al Estado cubano abandonar o descuidar sus planes, políticas y programas en favor de ellos, para garantizarles siempre una sonrisa.

La celebración del Día Universal del Niño trasciende, también, en conmemoración simbólica para convertirse en oportunidad de reflexión sobre la infancia y el papel que jugamos como sociedad para garantizar sus derechos.

Pero estos desafíos no solo conciernen a los gobiernos o a las grandes organizaciones internacionales. Cada comunidad, cada individuo, tiene un rol crucial en la defensa de los derechos de los más pequeños de casa.

Preguntémonos qué estamos haciendo como sociedad para proteger a los más vulnerables. ¿Estamos escuchando sus voces? ¿Trabajamos para construir entornos seguros y amorosos donde puedan crecer?

Garanticémosles a los niños y niñas un presente de paz y armonía, ayudémosles a crecer sanos y alegres, y construyamos juntos el mañana que merecen, esas deben ser las metas en este Día Universal del Niño.

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