Nov, 2024.- Mi sueño se interrumpe antes de que suene el despertador, mi organismo aún no asimila el reciente cambio del horario de verano al normal.
Muy cerca de la habitación escucho el sonido de la planta del vecino que tiene la dicha de dormir con las bondades del ventilador, mientras muchos otros por la compleja situación electroenergética nacional no disponemos del anhelado servicio eléctrico y dependemos de si resulta agradable la temperatura ambiente para descansar sin interrupciones.
También se hacen notar los gallos de otro morador cercano, los cuales responden a sus relojes biológicos y por su instinto natural cantan al percibir la presencia de luz al amanecer.
Atino a coger el teléfono celular, que tiene reducida la carga tras cumplir la función de linterna toda la noche, miro la hora y activo los datos móviles para navegar por la red de redes en busca del último parte publicado en el grupo de la Empresa Eléctrica Provincial en Telegram, y determinar si es preciso encender el carbón para preparar el desayuno y adelantar la cocción de los alimentos para todo el día.
¡Al fin!, es la frase que brota de mi ser cuando como por arte de magia se enciende la luz.
Prender la computadora para trabajar y preparar el desayuno son las dos tareas que se imponen en el momento, de un tirón me bajo de la cama para continuar la rutina de tantos días en los que, a pesar de todo, mantenemos las fuerzas para cumplir con los deberes, y desde cada escenario contribuir a que la vida y futuro del país no se detengan.