Mar, 2022.- En una misión imposible se convierte por estos días llevar un plato de comida a la mesa familiar. El aceite está perdido, el mamífero nacional parece haber renunciado a la ciudadanía cubana y las libritas del ya no vetado ganado mayor, que tanto se nos prometió llegarían a los barrios nueviteros a partir de la apertura a su comercialización por parte de los campesinos, una vez cumplidos sus compromisos estatales, pues se nos esfumaron como polvo en el viento.
Los productos de la pesca, por su parte, brillan por su ausencia en el ámbito estatal, o se cotizan a precio de oro en el privado.
Por suerte podremos volvernos vegetarianos, pues en las últimas semanas el tomate no falta en las placitas de la ciudad, y se alternan otras hortalizas como la col o el pepino.
Y no trato de burlarme ni de ridiculizar los esfuerzos que se hacen en el municipio para buscar alternativas a la problemática de la alimentación, solo me limito a señalar una realidad aplastante, aún son insuficientes.
Sí, es cierto que el bloqueo frena la posibilidad de importar más alimentos, que la escasez de combustible impide a la flota pesquera mayores niveles de captura, que la producción porcina prácticamente se ha extinto en el territorio a partir del déficit de piensos, en fin, que son muchos los problemas objetivos.
Pero también en el plano subjetivo nos falta mucho por lograr, como un mayor control a esos pocos recursos que hoy ponemos en manos de los productores y que se nos escapan por la izquierda, o por qué no se contratan las verdaderas potencialidades, hay que buscar de una vez por todas los mecanismos que comprometan a cumplir con los planes, tanto desde lo moral como desde lo material.
Y no vengo tampoco a arremeter contra los campesinos, que bien sé trabajan muchísimo para obtener una cosecha o que se desviven en la crianza y el cuidado de los animales, afectados por la escasez de medicamentos, agua, alimentos y las constantes amenazas del delito.
Complejo, sí, es el tema de la alimentación hoy en Nuevitas y Cuba, pero no se trata de un capricho estatal para reprimir al pueblo, como podrían aludir las campañas subversivas gestadas en el exterior, sino de una realidad cruda y difícil, una situación de crisis económica a la que han tributado numerosos factores, como la pandemia de la COVID-19, el bloqueo, la insuficiencia de divisas y todos sus impactos en la empresa estatal socialista, que ha quedado debilitada.
Numerosas son las alternativas que busca el gobierno cubano para revertir esta situación, entre ellas el perfeccionamiento de los actores económicos a partir de la aprobación de mipymes y cooperativas no agropecuarias, así como de las flexibilizaciones para el ejercicio del trabajo por cuenta propia.
¿Qué buscan? Pues quitar responsabilidades a la empresa estatal que hoy, por cuestiones económicas obvias, no puede asumir ante la falta de solvencia.
También a ello favorece el fomento de módulos pecuarios como parte del programa nacional de autoabastecimiento territorial, que pretende potenciar la producción local de aves, conejos, ovino caprinos y ganado porcino a partir de un mejor aprovechamiento de las posibilidades propias de las unidades para la siembra de alimento animal.
Todo ello es un gran sueño, pero aún no se materializan sus resultados, para lo que se requiere de un mayor seguimiento y control.
Sin embargo, a esta meta debemos contribuir todos desde nuestro pedacito, porque no podemos seguir esperando que nos pongan la comida en la boca, como el pichón.
Si tenemos patio en casa, ¿por qué no criar algún animal o sembrar especias y viandas?
Eso del autoabastecimiento implica una concepción desde lo municipal hasta lo familiar, no nos queda otra opción mientras esperamos que las grandes proyecciones den sus frutos para salir de esta crisis alimentaria que también superaremos, no me caben dudas.