Ago, 2024.- Ágil y ligera corre por los ríos, permanece secreta en pozos subterráneos, o liviana y apacible en embalses y lagunas, y es que el agua es a la vez flexible y poderosa, y tan vital para la vida como el oxígeno.
Gracias a ella crecen verdes las plantas, se reproducen los animales en los más diversos ecosistemas, y vive el ser humano, ese que se siente tan orgulloso por poder manipularla y doblegarla, pero que muchas veces no se percata que es un súbdito a sus pies.
Y es que el agua, ese recurso natural que está a punto de convertirse en el oro del siglo XXI, tiene la fuerza de hacer crecer civilizaciones o de matarlas.
Claro que una vez más es el ser humano el responsable, pues su obstinación en derrocharla, unido a las poderosas fuerzas de la naturaleza, han agotado los principales reservorios del preciado líquido.
Ya sea a través del malgasto, la contaminación humana o la sequía, lo cierto es que el agua es un recurso finito que es preciso conservar.
¿Se ha imaginado una vida sin agua? Tal vez quienes la disfrutan a diario no valoran su importancia e incluso la desperdician, pero quienes tienen poco acceso al líquido, como ocurre en muchas comunidades de este municipio camagüeyano de Nuevitas, sí que aprecian su necesidad para la vida diaria.
Tan solo piense que en casi todas las actividades cotidianas, sobre todo en el hogar, se precisa del líquido, como para la cocción de los alimentos, el baño, las labores de limpieza y para saciar la sed.
Además, se hace sumamente necesaria en los procesos industriales de las numerosas fábricas de esta ciudad, y en la agricultura local.
A nivel mundial solo el uno por ciento del agua dulce es accesible al ser humano, cifra que es mayormente utilizada en la producción de alimentos y en las industrias quedando para los seres humanos solo el diez por ciento existente en el planeta. ¿Cree entonces que es preciso comenzar a ahorrarla y a valorarla más?