Ago, 2024.- A finales de siglo XVIII Francisco de Quesada y Agüero erigió en el fondo de Jibacoa el ingenio Santa Isabel, actualmente Patrimonio local, a unos cinco kilómetros del vial Camagüey-Nuevitas, testimonio excepcional de la industria azucarera colonial.
Según costa, durante varios años el artificio no pasó de ser más que un trapiche movido por tracción, dotado de jamaicanos encargados de elaborar azúcar y sus derivados.
A partir de 1835 fue reconocido como «ingenio» de moler azúcar y ya en 1873 poseía 40 caballerías de tierra acotadas.
Ángel Castillo Agramonte había adquirido en 1859 el ingenio y sus 65 esclavos e importó maquinara de Norteamérica para incrementar los rendimientos en el proceso industrial y aprovechat las ventajas naturales del caudaloso río Saramaguacán.
En la actualidad quienes viajan al Polo Turístico de la playa Santa Lucía pueden apreciar las ruinas del otrora ingenio Santa Isabel, en la comunidad del mismo nombre, en el norte de la ciudad de Camagüey, otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe.
Los clientes se ven fascinados por la oferta del café expreso que es acompañado, en lugar de una cuchara, de un trocito de caña, cosechada a pocos metros de ese centro gastronómico de la empresa Palmares.
Se afirma que “Santa Isabel fue cañoneada por el Conde de Balmaceda, Blas Villate de las Heras, en los primeros días de diciembre de 1868, después del combate de Bonilla el 28 de noviembre de ese año, el propio Ángel Castillo y sus fuerzas de caballería hostigaron a la columna enemiga en las inmediaciones de su paso hacia Nuevitas.
“Ángel Castillo fue ascendido a grado de Mayor General del Ejército Libertador durante la guerra del 1868 y cayó en combate luego de flaquear la Trocha de Júcaro a Morón, el 9 de septiembre de 1869”.
La construcción aún atesora su sistema de cimentación, los muros de apoyo de su maquinaria, paredes soterradas y pailas, al igual sus torres o chimeneas de vapor, El ingenio Santa Isabel, que deviene atracción turística de la región, es visitado por miles de personas en la temporada estival por su interés histórico-cultural y la proximidad con el río Saramaguacán, que desemboca a una veintena de kilómetros, en la Bahía de Nuevitas.