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Jun, 2024.- “Los jóvenes de hoy son un desastre. Siempre han sido un desastre. Contradicen a sus padres y tiranizan también a los pedagogos y profesores”, decían en Grecia hace dos mil 500 años. “Piensan que lo saben todo”, advertía Aristóteles. “No prevén lo que es útil”, se lamentaba Horacio.

Los japoneses medievales se fijaban en cómo los jóvenes degradaban el lenguaje hablado; nosotros, el escrito: con internet y las redes sociales se usa un léxico pobre y se abrevia de forma indiscriminada cuanta palabra aparezca.

En la Inglaterra del siglo XVII criticaban su dura agresividad; ahora, su blanda hipersensibilidad.

Y así, por los siglos de los siglos. Es una constante histórica que los mayores de edad se quejen de los menores. Cada generación acentúa defectos.

La cuestión es que no están a la altura, y es verdad, pero no porque ellos estén más abajo, sino porque los adultos que nunca se equivocan creen estar más arriba. Lo mostraron los psicólogos John Protzko y Jonathan Schooler en un artículo.

Con una serie de experimentos vieron que los adultos consideraban que, en comparación con generaciones anteriores, la juventud de hoy estaba en declive. Pero, curiosamente, ese desprecio hacia los jóvenes dependía de cuáles eran las virtudes que los adultos tenían, o pensaban que tenían.

Así, las personas mayores más autoritarias enfatizaban que los jóvenes de hoy no respetan a los mayores; y las más lectoras que los jóvenes de hoy leen menos. Es decir, los comparan con su mayor fortaleza, y, sobre todo, cotejan a la juventud real de hoy con la persona que cree que fueron.

Ese holograma de madurez y sensatez, responsabilidad y amabilidad… que nunca existió. Es común escuchar definiciones unívocas, con fuertes estereotipos rígidos, como portadores de un estigma por el solo hecho de tener una edad determinada que los ubica en dicha categoría, no obstante, la juventud es un concepto que debe ser entendido desde una perspectiva de construcción sociocultural, que contempla a su vez la historia de vida y los contextos en los cuales se constituyen como tales los sujetos en cuestión.

Pues sí, como en todas las generaciones hay buenas y malas personas, según la sociedad y los estereotipos arraigados, y aun así se le entrega la responsabilidad a la juventud de cambiar, innovar y mejorar lo mal hecho.

Pero si, no se les da la voz y el voto que necesitan para luchar contra lo incorrecto, por tanto será un camino difícil y lleno de obstáculos. Necesitan apoyo, confianza y motivaciones para convencerlos de que son el futuro del planeta Tierra, y que tomará el rumbo que ellos moldeen a su imagen y semejanza.

 

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