Jun, 2023.- Desde pequeña siempre me gustó el verde, y es que encontraba tal maravilla en la naturaleza que me rodeaba que para mí el color era sinónimo de vida.
Claro que con los años nada ha cambiado, continúo adorando ese tono esperanza que, con solo mirarlo pienso en árboles, mares, brisa, pureza y creación.
El privilegio de nacer entre frutales, de sentir la tierra entre los dedos de los pies, de correr en potreros sobre la verde hierba me hizo amar la naturaleza y sus bellezas.
¿Cómo no valorar esas mágicas creaciones? El colorido de los árboles al florecer o al madurar sus frutos, la fortaleza de las hormigas, la libertad de las aves, el paso ágil de los caballos, criaturas llenas de vida y potencialidades.
Entonces, ¿cómo no sufrir cuando alguien tala un árbol solo por diversión, cuando cazan los pájaros del monte, cuando llenan de basura el cristalino ir y venir del mar en la playa?
Aunque algunos egoístas piensen que eso no hace daño a nadie, para mí es un suicidio. Estamos matándonos lentamente, y lo peor es que no accionamos para evitarlo.
Un día la Tierra se cansará de tanta suciedad y basura que hemos vertido en ella y se volverá improductiva, el mar amenazará con su furia comunidades enteras. Nosotros tendremos que adaptarnos a vivir en un mundo donde la madre naturaleza intentará recuperar su espacio.
No hay cosa más bella que una semilla que germina, una flor que se abre al mundo, un amanecer, ¿por qué privarnos de esos placeres? De nosotros depende poder disfrutar mañana de un mundo donde reine el color esperanza.