Jun, 2023.- Cada mañana Joseito llega al círculo infantil con una flor en la mano para regalarle a su educadora, algo que me llama la atención; de Leila sus largas trenzas que le hace su mamá; y de Carlitos sus comentarios acerca de lo que ve en el camino a la escuela.
También está Camilita, quien cuando sale a jugar los fines de semana le combinan los lazos del peinado con las prendas de vestir, mientras Fernandito se quita las chancletas y las deja en el portal porque dice que así puede correr mejor; en fin, los más pequeños de casa resaltan por su alegría, ternura y ser especiales.
En Cuba los niños y niñas son iguales en derechos, pero diferentes en puntos de vida y a la hora de asumir actitudes y conocimientos, pero eso no los hace ni malos ni buenos, sino que obliga a los adultos a comprenderlos y hallar las mejores maneras de educarlos y enseñarlos.
Su atención, desarrollo y bienestar material y espiritual es responsabilidad de la familia, la escuela, la comunidad, la sociedad e instituciones, de una forma u otra todos influyen en su formación y, por tanto, lo ideal es el ejemplo y guiarlos por caminos correctos.
Este 1ro de junio, Día Internacional de la Infancia, existen razones para celebrar en la mayor de las Antillas; ellos desde el embarazo de la madre reciben asistencia médica mediante el Programa de Atención Materno Infantil.
Además, como resultado de la ciencia cubana avanza la creación de vacunas y medicinas que posibilitan la cura de enfermedades y dolencias desde edades tempranas.
Por otro lado, el 25 de septiembre del pasado calendario se aprobó en Cuba el Código de las Familias, legislación orientada a la salvaguarda y bienestar la población más joven al contemplar normas que legitiman los derechos de los menores y la responsabilidad de las familias en su formación y cuidado.
Igualmente concede a los pequeños un estatus jurídico en correspondencia con los postulados de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y prioriza su acceso a la información, a crecer en un ambiente libre de violencia, a la identidad y a la comunicación familiar.
Hoy, Joseisto, Leila, Carlitos, Camilita y Fernandito están más sonrientes, caminan por parques, calles y plazas dichosos de saberse hijos de un país que los cuida porque son el futuro de la sociedad.