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Escribir con regusto, saboreando las palabras, es superar la monotonía de un hecho; es ampliarlo con matices nuevos. El lenguaje así entendido no es solo vehículo de comunicación sino también un artificio de deleitación.

NIDIA CASTAGALI

May, 2023.- La utilización en la radio de las más modernas tecnologías de las comunicaciones exige del periodista un cambio total de concepciones. Se requiere de un profesional capaz de enfrentar los retos que impone el nuevo siglo.

Diversas son las causas que originan la ausencia de creatividad en muchos materiales periodísticos, entre ellos la premura y la limitada utilización de los recursos sonoros y técnicos. También la calidad del programa radiofónico depende de la claridad y limpieza del mensaje. No podemos confundir el ruido con los recursos sonoros.

No en pocas oportunidades se escuchan grabaciones en las que el ruido resta claridad al mensaje. Ante todo es necesario seleccionar el escenario adecuado para desarrollar el dialogo.

La investigación, el análisis, la intencionalidad, la reflexión y la originalidad están, igualmente, ausentes en los llamados géneros complejos, como el reportaje, el documental sonoro, el testimonio y la crónica.

No podemos relacionar el 'teque' con la narración periodística. Los indios sudamericanos ofrecieron, hace muchos años, una definición muy original del significado del teque: «Hombre que habla mal», mientras en algunos diccionarios de la lengua española no aparece la palabra.

Acudimos entonces a la vigésima segunda edición de 2001 del Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española:
Teque es un término «de uso coloquial, es usado especialmente en Cuba, se dice especialmente a una persona o individuo, que se caracteriza por tener una conversación o coloquio frívolo, inconstante e insustancial, que carece de alguna importancia. Se dice de una tertulia, coloquio o una conversación larga, pesada, tediosa o aburrida que persigue a convencer a alguien para que tome una acción determinada».

Un veterano profesional de la prensa, con mucha razón, argumentaba que al periodismo cubano le falta sorpresa y emoción. Cuando falta la emoción y la sorpresa se pierde el interés de la noticia o el hecho noticioso. Es entonces, que sin darnos cuenta, nos convertimos en hombres sediciosos que hablamos mal, para utilizar el mismo calificativo de los indios suramericanos.

El periodismo tiene que impactar, sensibilizar, movilizar, educar, persuadir, informar y reflejar los acontecimientos lo más próximo a la realidad, portador de la verdad mediante mensajes bellos, novedosos y agradables.

Como señalan analistas es imprescindible luchar contra la ausencia de estilo propio y conseguir el signo personal del periodista, luchar contra la poca creatividad. En la radio es vital fabricar imágenes, llevar al radioyente al escenario de los hechos, poner agudeza en cada palabra, en cada efecto, en cada sonido y hacerlo como dicen los clásicos, personal, humano, con brillo, vida y garra, para impactar, sensibilizar, movilizar, educar, persuadir e informar, orientar.

Como defiende Mariano Cebrián Herreros: «(…) la radio es cuestión de intimidad, casi como una relación pasional entre emisor y oyente».

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