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Ene, 2022.- Hoy quiero aprovechar la oportunidad para llamar la atención acerca de la responsabilidad de las administraciones en el enfrentamiento a la COVID-19, y es que en los últimos días se percibe cierta tendencia a flexibilizar las medidas preventivas en las instituciones y entidades de Nuevitas.

Sí, los pomos con agua e hipoclorito de sodio siguen en las entradas de las unidades, pero ya casi nadie les hace caso, lo mismo sucede con los pasos podálicos, polvorientos paños de tela olvidados en un rincón.

Si a ello sumamos el constante mal uso del nasobuco y la presencia de trabajadores con síntomas respiratorios, entonces no caben dudas de que ómicron, la nueva variante del coronavirus, tiene caldo de cultivo para su propagación en el territorio.

Tal parece que el Decreto 31 del Consejo de Ministros sobre las infracciones de las medidas sanitarias para la prevención de la enfermedad es letra muerta, aunque aún sigue vigente.

En ello incide significativamente el descontrol de los cuerpos de inspección, que deberán extremar la exigencia a partir de ahora si queremos frenar la nueva ola de contagios, que en las últimas semanas ya afecta a más de 100 lugareños.

La baja percepción del riesgo, también el cansancio tras tantas restricciones durante dos largos años, la irresponsabilidad personal y la falta de consideración hacia el colectivo son las principales causas de esta realidad.

Si bien es cierto que nadie puede responder por la falta de comprometimiento de los demás, igualmente, debemos señalar que en una empresa u organismo el director es garante de que se cumpla lo establecido, así que tiene cierta responsabilidad si se violan los protocolos sanitarios.

No acudir a laborar con el conocido catarro, que en estos tiempos es el camuflaje preferido de la nueva variante del SARS-CoV-2, no puede ser opcional, sino una obligación para cada cual, porque es la salud de todos la que está en peligro.

La exigencia del respeto a la ley constituye un compromiso más de las administraciones, a las que hacemos un llamado de alerta porque ómicron está entre nosotros.

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