Jul, 2022.- Los símbolos y héroes nacionales son más que meros objetos o nombres de personas de la Historia cubana, son íconos de cubanía e identidad y llevan en sí el legado histórico del pueblo.
Ellos también tienen un notable carácter representativo, pues nos distinguen de otras naciones del mundo, de ahí que cuidarlos y respetarlos sea parte esencial de la formación cívica y de valores que reciben las nuevas generaciones.
Desde pequeños aprendemos a reconocer los símbolos y atributos nacionales, la bandera de la estrella solitaria, el Himno de Bayamo, el escudo de la palma real, el tocororo, la flor mariposa y la palma real, que engalanan cada centro docente y de trabajo como muestra de orgullo y cubanía.
Lo mismo sucede con los héroes y mártires de la Patria, a quienes, a través de poesías y en las clases, aprendemos a amar y a respetar.
Los nombres de José Martí, Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Antonio Maceo, Máximo Gómez, Frank País, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Fidel y Raúl Castro Ruz, Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, por solo mencionar algunos de los muchísimos que enaltecen las páginas de la Historia nacional, se vuelven parte esencial en la formación como ciudadanos.
Con el acercamiento desde la escuela a sus vidas, trayectoria revolucionaria y obra humana y patriótica aprendemos a apreciar cuán alto, moralmente hablando, puede llegar el ser humano cuando lo guían los más profundos sentimientos y valores, se convierten así no solo en símbolo y orgullo para la nación, sino también en ejemplo para nosotros.
Sin embargo, esta no es solo una tarea para los maestros, como a veces suponen muchos, y es que las familias asumen un alto grado de responsabilidad en la consolidación de lo aprendido en la escuela y en la enseñanza de valores identitarios históricos y culturales, esos que nos distinguen como pueblo y que nos hacen decir con orgullo soy cubano.
Es por ello que asombra y entristece ver escenas de total irrespeto a esos distintivos de identidad y cubanía, como un adulto que continúa su paso despreocupado mientras se iza la bandera en una institución educativa, cuando se nos ha enseñado desde pequeños a pararnos en firme en señal de respeto; también la presencia de sitiales martianos enyerbados y decolorados por la inclemencia del tiempo y la falta de atención demuestra la indiferencia de algunos.
Los símbolos nacionales representan la grandeza de Martí, la valentía de Maceo, la hidalguía de Céspedes, la sangre virtuosa que se derramó en el Moncada, en la Sierra, en Girón.
La veneración a estos elementos distintivos es una expresión de amor al país, respetarlos y honrarlos, más que una necesidad, es una obligación para todos en aras de salvaguardar la Patria que nos legaron.