Oct, 2020.- La base de lo que es actualmente la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), constituida el 22 de agosto de 1961, la erigió el poeta, pintor abstracto, espeleólogo y revolucionario Rolando Escardó, cuando organizaba el Primer Encuentro Nacional de Poetas, a celebrarse en Camagüey, en 1960.
Había regresado a la Patria desde el exilio tras el triunfo del 1ro de enero de 1959. Al entusiasta teniente del Ejército Rebelde se le asigna la dirección de la Zona de Desarrollo Agrario. Organizó cooperativas de carboneros en la Ciénaga de Zapata, Matanzas.
El intelectual camagüeyano Luis Álvarez, Premio Nacional de Literatura, precisó en una ocasión que «la génesis de la creación de la UNEAC se debe a Escardó, como artífice de la primera reunión de intelectuales revolucionarios del país tras el triunfo de la revolución el 1ro de enero de 1959».
Álvarez Álvarez propuso la vindicación del poeta y pintor abstracto, teniente del Ejército Rebelde que en 1959 comenzó a recorrer Cuba con la idea de unir a los creadores y «feliz de esta Revolución que me da dientes».
Rolando Escardó, el poeta-espeleólogo fallece a los 35 años, en las cercanías de Matanzas, a consecuencia de un accidente automovilístico, mientras «perseguía su sueño de comprar un avión para regalarlo a la flota aérea revolucionaria cubana y llamarlo el avión de la poesía ». Lo iban a pagar con versos, con los poemas devenidos del evento. «…y esto se quedará como un poema más en la tiniebla/ como el ruido de palabras del viento que me arrastra/ aunque sea la estrella del alba…».
Los apuntes del critico de arte Pavel Alejandro Barrios Sosa confirman: «Todos los poetas cubanos, sentidos y tocados por los sueños del endiablado flaco fueron a su entierro y lanzaron sus plumas sobre el féretro a manera de respeto y despedida de aquel que descendía para siempre».
El Primer Encuentro Nacional de Poetas, Escritores y Artistas Rolando T. Escardó[1], se efectuó en la tierra de Ignacio Agramonte a finales de octubre de 1960, «el cual, en su homenaje, asumiría su nombre—, incorporó a su convocatoria al resto de las manifestaciones artísticas en diversas actividades (representaciones teatrales, conciertos, exposiciones, etc.) ».[2]
El evento --promovido por el grupo Novación Literaria de Camagüey-- concluyó con una Declaración que estipulaba un compromiso de carácter político:[3]
«…ratificar plenamente la Declaración de La Habana; apoyar el desarme mundial total y la política de coexistencia pacífica; proponer a los poetas, artistas e intelectuales cubanos que permanezcan en el territorio nacional para servir a la Revolución en caso de que nuestra patria sea invadida».
EL DOLOR DE CARILDA OLIVER
Rolando se había reunido con la poetisa Carilda Oliver Labra en la ciudad de Matanzas. Le habló de ese anhelo de desarrollar el Primer Encuentro de Poetas en Camagüey.
Luego de aquella conversación de ilusiones y felicidades, la poetisa matancera recibe la trágica noticia de la muerte de Escardó. Con el corazón destrozado escribe en prosa el testimonio de aquella despedida «sin saberlo”.
Así lo reveló a OPUS HABANA[4]: «El hecho de haber atendido en mi casa al poeta Rolando Escardó una hora antes de su mortal accidente en Matanzas, y el haber sido yo a quien el destino señaló para identificarlo en la entonces Casa de Socorros, las peculiaridades del infausto suceso y el cariño que nos unía me armaron el poema «Conversación última con Rolando Escardó».
Alegre huésped del espanto,
convidado del hambre,
fabuloso,
ya puedo hablar contigo.
Es aquella hora
en que tu voz de solitario restableció mi casa;
aquella hora de ti
-tramposo paseando en la violeta,
desorejado ilustre de la Plaza del Vapor-;
aquella hora de ver tus huesos juntos.
¡Qué hora para siempre!
Hora de despedirnos sin saberlo,
de ver últimamente
tus ojos de pantano estrellado,
tus ojos de caramba y quiero
que la miseria usaba como dos trapos verdes;
tus ojos que luego cerré
para que no se llenaran de muerte.
No lloro,
no capitulo,
no maldigo;
en honor tuyo sean los murciélagos
y las brumas que amabas.
Pienso que tu sangre reverbera en las cooperativas,
que eres esa vuelta en redondo de las ceibas,
esa frente de pobre salvándose
y que tu jeep sigue dando tumbos por la Revolución.
Al dolor por la muerte de Rolando, nombre que ya era un mito, se unió el poeta cubano Waldo Leyva Portal, quien confiesa que llegó «a la poesía/ después del manotazo de tu muerte/ cuando la Revolución se me instaló en el pecho/ como un corazón lleno de pájaros furiosos…».
POEMA POR ESCARDÓ
Pero vino la muerte,
la última caverna,
y te fuiste con tu esqueleto
a alimentar las piedras de la Isla.
Rolando T. Escardó:
yo llegué a la poesía
después del manotazo de tu muerte,
cuando la Revolución se me instaló en el pecho
como un corazón lleno de pájaros furiosos.
Entonces:
ya tu nombre era un mito
y tu pecho una plaza donde el hambre
dejó abandonada una gorra,
una huella amarilla,
sus últimos harapos.
Rolando T. Escardó:
yo llegué a la poesía
después que reventaron las piedras de la Isla,
cuando el amor era una lluvia violenta
y tus huesos
un sonido de semillas bajo tierra.
Por eso yo no tengo tuyo
ni un manojo de conchas,
ni una carta,
ni la nostalgia de una conversación
rota en la noche.
Yo sólo guardo en el hueco del pecho
tu cara de triste comediante
y el angustiado ruido de tus versos.
Rolando:
voy a desenterrar tu corazón,
tu enorme corazón,
para llenarlo de piedrecitas blancas,
de campanas pequeñas.
Voy a soplarte un poco el esqueleto
para verte entrar de nuevo a la ciudad
dando gritos,
llenando de poesía las paredes,
los parques,
las ventanas,
como si el hambre fuera un poeta desesperado
y la ciudad
un pedazo de pan inalcanzable.
Rolando T. Escardó:
me he asomado al fondo de los ojos de tu madre
y he comprendido
que la muerte fue sólo un pretexto para romper la jaula,
el pájaro de tu corazón respira en todas partes.
II
Rolando, devenido héroe, amó a su ciudad, a su país y amó a la Revolución triunfante que ayudó a erigir arriesgando su vida en la clandestinidad. Me impresionó el Poema Isla, que da título a su único libro que no lo vio publicado.
Isla
Esta isla es una montaña sobre la que vivo.
La madre solemne
empujó hacia los mares estas rocas.
En el tiempo desconocido que no se nombra
en el límite que no se escribe
sucediéndose los deslaves
las profundas grietas:
—gargantas hasta los fuegos blancos—
llega la hora de mi nacimiento en esta isla: -
—Planeta ardiendo en el cielo—
llega la hora de mi nacimiento
y también la de mis muertes
pues al mundo he venido a instalarme.
¿Por qué esos labios se abren como túneles a los que no bajo?
sé que el hombre es un rumbo que se instala
sé estas cosas y otras más que no hablo
pero yo puedo darme con los dos puños en el pecho
feliz de esta revolución que me da dientes
aunque de todo soy culpable
de todas esas muertes soy culpable
y no me arrepienten los conjuros
que en el triángulo de fuego he provocado.
Yo soy el gran culpable
mi delito no puede condenarlo sino Dios
y aún ni el mismo Dios pudiera
(vosotros no ;lo sabéis
pues ni siquiera los colores de la bandera
os sugieren
vosotros no lo entenderéis)
y esto se quedará como un poema más en la tiniebla
como el ruido de palabras del viento que me arrastra
aunque sea la estrella del alba
pues de todas estas cosas os burlaréis
hermanos
más allá del deseo de vuestras convicciones
en la trama creada para mi deleite
pero yo sólo sé
pero yo sólo estoy seguro
pero yo mismo lo he vivido de mis muertes y nacimientos
¿y cómo puedo yo mismo así negarme
cómo podría yo mirar al Sol y no cegarme?
Pero lo que importa es la Revolución
lo demás son palabras
del trasfondo
de este poema que entrego al mundo
lo demás son mis argumentos.
No creáis en mis palabras
soy uno de tantos locos que hablan
y no me comprenderéis
no creáis en mis palabras
esta isla es una montaña
sobre la que vivo …
Rolando Escardó no tuvo la dicha de ver su poesía editada como cuaderno. Luego de su fallecimiento se publicaron: Libro de Rolando (1961, con prólogo de Virgilio Piñera); Las Ráfagas (1961, con prólogo de Samuel Feijóo) y Órbita de Rolando Escardó (1981, con prólogo de Luis Suardíaz).
Para que no quedara «como un poema más en la tiniebla/ como el ruido de palabras del viento», pasado nueve años de la partida a la eternidad del hombre de «enorme corazón», Camagüey organizó el Encuentro Nacional de Poetas «Rolando Escardó» in memoriam del 14 al 16 de octubre 1969. Nuevamente el añorado avión de Rolando sobrevoló la ciudad, pero esta vez con todos sus sueños cumplidos y amigos poetas y escritores.
[1] La Declaración del Primer Encuentro Nacional de Poetas, Escritores y Artistas, había
acordado: “saludar a los pueblos que, como el de la Unión Soviética, República Popular China,
Checoslovaquia y demás países socialistas, ayudan y defienden la Revolución del pueblo cubano”.
(V.: Manuel Díaz Martínez, ob.cit., p. 14).
[2] [2] Revista Literaria Cubana. Segunda Época. Crítica, historia y biografía. Paginas 85
[3] Revista Literaria Cubana. Segunda Época. Crítica, historia y biografía. Paginas 85 y 86.
[4] http://opushabana.cu/index.php/entrevistas/59-entrevista/340-carilda-oliver-el-lugar-el-tiempo-el-destino-la-poesia